Este mensaje concluye la serie sobre las evidencias de una fe genuina con la "prueba de la oración". Santiago enseña que una vida de oración demuestra que Cristo es verdaderamente nuestro Señor. La oración es esencial en todo momento: en el sufrimiento, en la alegría, en la enfermedad, y ante el pecado. El sermón enfatiza tres formas de orar:
La oración debe ser nuestra respuesta natural en todo momento, ya sea en sufrimiento o en alegría. Así como un niño corre a su padre cuando se lastima, nosotros debemos correr a Dios.
Los creyentes deben buscar la oración de los ancianos en tiempos de enfermedad, pero también deben confesar sus pecados unos a otros y orar juntos. El aceite en este texto simboliza consagración, no poder místico. La oración pública refleja la unidad del cuerpo de Cristo.
Elías es presentado como ejemplo de alguien que oró con fervor y fe. Dios puede hacer cosas humanamente imposibles si oramos con justicia, es decir, confiando en la justicia de Cristo y caminando en obediencia.
La fe genuina no solo ora, sino que también busca restaurar al que se ha alejado. El amor nos impulsa a actuar.
Conclusión:
La iglesia crece y se fortalece cuando es una iglesia que ora. Como en la historia de Spurgeon, la verdadera acción que mueve la mano del cielo es el pueblo de Dios orando con fe.