Quedar huérfano siendo un niño es demasiado traumático y perder a tu abuela o a la persona que quedó cuidándote lo hace más difícil todavía.
Y si a eso le sumas que te convertiste en un niño drogadicto, que no tienes qué comer, ni donde dormir, se convierte en un blanco fácil para personas aberrantes que pueden dañar la inocencia de cualquier persona.