El Diablo anda suelto en caballo negro y dientes de oro. Así logró conquistar a la mujer, pero mucho más a la madre que quería casar a su hija con un hombre muy rico. Pero, ya casado, el esposo diablo no se aguantó las ganas de alardear de sus piruetas y cabriolas frente a su amada mujer y esto le trajo la perdición con su suegra. Al final, ni siquiera un trato luciferino logró salvarlo de regresar despavorido a su infierno.