Ricar, un joven apasionado por la música, encontró su propio ritmo en medio del bullicio de la ciudad. No importa el scenario: plazas, parques o estaciones de metro. Ricar siempre encuentra su lugar, su tribuna improvisada donde comparte su música con el mundo.
El tumbao de Ricar es un regalo para los oídos sedientos de armonía. Es un eco de esperanza en medio del caos urbano, un recordatorio de que la belleza se encuentra en los ritmos del corazon.
Y así, el tumbao de Ricar se extiende más allá de las calles, trascendiendo barreras y llegando a los corazones de personas de todas las edades y culturas. Su música se convierte en una melodía universal, capaz de unir a las personas en un mismo compás de alegría y amor.
