Todos ofendemos y somos ofendidos. La cuestión es qué hacemos con ello. Nos cuesta reconocer nuestro mal, pero cuando nos hacen daño, nos quejamos a cualquiera, antes que a la persona que nos hace mal. La mayor parte de los problemas que hay en el mundo, pero también en la iglesia, tienen que ver con nuestra incapacidad para resolver las dificultades que tenemos con otros. Las palabras de Jesús en Mateo 18:15-21 siguen siendo la mejor forma de enfrentarnos a nuestros continuos desencuentros..
Tras oír nuestra sintonía, esta vez en la voz del veterano cantante sueco Claes Janson, reconocemos "¡Qué difícil es decir lo siento!". La canción del grupo Chicago en 1982 habla de los problemas de pareja, pero se puede extender a cualquier otra faceta de la vida humana. Tenemos tal orgullo que preferimos encerrarnos en nosotros mismos, o lamernos las heridas, que ir a la persona con la que tenemos conflicto. Y cuando nos disculpamos, nunca parece que "Lo siento tanto", como dice la cantautora canadiense Feist en 2007. Es "El salario del pecado" (1998) observa Bruce Springsteen en una de sus muchas referencias bíblicas. Es el camino que nos lleva a dejar este mundo, tan solos como hemos venido a él.
La película que se conoce en España como "Las dos caras de la verdad" (1996), se acerca más al título original en Latinoamérica de "La raíz del miedo" o "La verdad desnuda", aunque ninguno corresponda el "Temor primitvo" (Primal Fear) que da nombre a este sorprendente "thriller legal" con la atractiva madurez de Richard Gere y un jovencísimo Edward Norton. Es una buena película de un director que suele ser bastante malo, Gregory Hoblit. Los dos protagonistas se rodean aquí de maravillosos secundarios como Laura Linney, Frances McDormand o Maura Tierney. Es una de esas asombrosas historias que no hay que desvelar mucho de su argumento. Como solemos hacer, escuchamos escenas sólo de la primera media hora, que José de Segovia comenta con la música de la banda sonora original de James Newton Howard. Es un poderoso relato sobre el mayor problema de nuestra vida: "¿Somos culpables ante El que Todo lo ve? ¿O nos engañamos con una justicia aparente?
Ante la realidad de la ofensa viene el problema del perdón. Jesús lo explica con una parábola al final de este capítulo (vv. 23-35) en que vuelve a considerar el pecado como una deuda, tal y como hizo en la oración modelo. "¿Se puede perdonar a alguien" se pregunta Morrisey en su canción después de los Smiths, "Forgive Someone" en un álbum que lleva el significativo título de "La paz del mundo no es cosa tuya" (2014). Muestra el realismo por el que como tantas veces decimos, "perdonamos, pero no olvidamos". El lamento de una relación rota está en el fondo del más conocido tema de Prince, "Lluvia púrpura" (1984).
No podemos pagar la deuda, pero Jesús lo ha hecho por nosotros, canta Sam Cooke con el grupo que tenía de góspel, antes de su trágica muerte. The Soul Stirrers, una formación que empieza en los años 20, a la que se incorpora en los años 50. El amor de Cristo nos conmueve cuando nos damos cuenta la inmensidad de la deuda que ha saldado con su propia vida, frente a nuestra mezquindad para pasar por alto una ofensa que nos parece imperdonable. Así somos de miserables.
Sting quiere conquistar "La fortaleza que rodea el corazón" de su primera esposa en 1985, tras su divorcio el año anterior por la relación que emprende con la mujer con la que todavía está casado. Trudie, pero se ve incapaz de lograr su perdón. El judaísmo suele decir que el perdón es cuestión de Dios. No les corresponde a ellos, perdonar el Holocausto. Jesús nos enseña, sin embargo, que no hay perdón de Dios, si no podemos perdonar también nosotros. La falta de perdón es una prisión, por la que el que no perdona, se ve cautivo de esa ofensa, toda su vida... ¡El perdón es liberador!