Cada comarca en la Tierra
tiene un rasgo prominente
el Brasil, su sol ardiente;
minas de plata, el Perú;
Montevideo, su cerro;
Buenos Aires –patria hermosa-,
tiene su pampa grandiosa;
la pampa tiene el ombú.
Esa llanura extendida,
inmenso piélago verde,
donde la vista se pierde,
sin tener donde posar;
es la pampa misteriosa
todavía para el hombre,
que a una raza da su nombre,
que nadie pudo domar.
No tiene grandes raudales
que fecunden sus entrañas
pero lagos y espadañas
inundan toda su faz,
que dan paja para el rancho,
para el vestido dan pieles,
agua dan a los corceles,
y guarida a la torcaz.
Su gran manto de esmeralda
esmalta modestas flores
de aromáticos olores
y de risueño matiz.
El bibí, los macachines,
el trébol, la margarita,
mezclan su aroma exquisita
sobre el lúcido tapiz.
No tiene bosques frondosos
ni hermosas aves en ellos;
pero sí pájaros bellos
hijos de la soledad,
que siendo únicos testigos
del que habita esas regiones,
adivinan sus pasiones
y acompañan su orfandad.
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