Por un lado, el presidente de Estados Unidos dijo tras los ataques a tres objetivos del programa nuclear de Irán que el "objetivo era la destrucción de la capacidad de enriquecimiento de uranio y darle un freno a la amenaza nuclear planteada por el Estado patrocinador del terror número uno del mundo", como respuesta el canciller de la nación atacada, Abbas Araghchi, respondió que se reservan todas las opciones como derecho a tomar las represalias que consideren.
En medio de estas dos posiciones se ubica el resto del mundo a la expectativa elevada que se genera y ante las implicaciones inmediatas del conflicto, del cual sabemos lo que ha ocurrido, pero no en que va a derivar. Nos coloca en un territorio inexplorado, que habrá que ir conocimiento y observando.
La operación Martillo de medianoche perpetrado por Estados Unidos implico una operación militar y estratégica de varios meses, acciones de inteligencia, movilización de equipos militares que no se habían utilizado y un planeamiento muy sofisticado para el uso de 125 aviones desplegados para transportar 75 proyectiles que incluían 14 bombas de más de 13 mil kilos.
Los mandos militares estadounidenses actuaron con el máximo de sigilo, incluso había conversaciones en curso en el marco del Tratado de proliferación de armas nucleares y se realizó sin que otros países lo supieran. El Organismo Internacional para la Energía Atómica no ha detectado una radiación significativa fuera de las instalaciones, por lo que queda por conocerse sí el ataque fue tan certero.
Lo que sí es cierto es que este momento del conflicto abre múltiples escenarios que debemos ir revisando. Iniciamos el referido al ingreso de Estados Unidos y la respuesta de Irán tras el bombardeo, para lo cual conversaremos con Javier Johanning, profesor e investigador de la Escuela de Ciencias Políticas de la UCR, con especialización en Medio Oriente.