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Polonia: continúa el avance de la ultraderecha.

Este domingo en el balotaje de las presidenciales, Karol Nawrocki, un historiador y ex boxeador ultranacionalista apoyado efusivamente por el presidente Donald Trump ganó las elecciones.

Ha sido sin duda un balde de agua fría para quienes apostaban al centrismo de la democracia liberal que hace tan solo 18 meses atrás, festejó con esperanza el retorno al poder de la denominada "Plataforma Cívica" que llevó a otro Donald, a Donald Tusk, a convertirse en primer ministro, ocho años después del retorno al poder del poderoso partido nacional populista de derecha Ley y Justicia que desde su fundación en los albores del nuevo siglo, ha reconfigurado completamente la democracia polaca.

Ninguna democracia está blindada. Aunque Polonia oficialmente es un país democrático, de acuerdo con The Economist es una democracia deficiente particularmente por sus vulnerabilidades en áreas críticas como independencia judicial y libertad de prensa. En las últimas décadas, ha sido exponente de tensión ciudadana por la irrupción del nacionalismo ultraderechista que debilitó los lazos de la convivencia. Por eso el retorno este retorno al poder reabre las interrogantes respecto de la capacidad de resistencia de la democracia en un entorno polarizado.

Lo que sucede con la democracia bajo asedio en Polonia es otra versión de lo que ocurre en otras regiones del mundo. Para no ir tan lejos, Centroamérica ha sido tierra fértil. Germinó y se consolidó una férrea dictadura en Nicaragua, crece vigoroso un régimen híbrido autoritario en El Salvador, sobrevive un gobierno al acecho de un pacto de corruptos en Guatemala. Y en Costa Rica, como sentenció el connotado escritor Sergio Ramírez Mercado, por primera vez desde 1948 existe una tentación autoritaria.

Para poner en perspectiva estos procesos complejos conversamos con el expresidente Luis Guillermo Solís Rivera.