Dos guerras mantienen en vilo a gran parte de la humanidad. Una nos muestra una dimensión dramática, inenarrable, en Gaza. Con 54 mil víctimas mortales y miles más en riesgo de fallecimiento por hambruna. La otra, una acción militar histórica de Ucrania, con la efectividad de la operación Telaraña.
En Israel, las protestas contra Benjamín Netanyahu de parte de su propia población y el aislamiento internacional a su arremetida -cada vez más cruenta- no lo hacen retroceder.
En el otro frente, la operación ucraniana debilitó la capacidad de Rusia para llevar a cabo ataques aéreos de largo alcance, afectando a aeronaves que ya no se producen y cuya reposición podría llevar años.
Con solo 117 drones de apenas 500 euros, los ucranianos destruyeron bombarderos rusos de más de 100 millones de euros. Un golpe efectivo, tras una operación de 18 meses que de acuerdo con los especialistas, ha cambiado la perspectiva de esta guerra con una humillación superlativa para Vladímir Putin que, ahora, sin duda responderá, pues no fue solo ese golpe, ya que menos de 48 horas después recibió un segundo ataque en un neurálgico puente de conexión con Crimea.
Para analizar estos dos extremos conversamos con el relacionista internacional y director del Observatorio del Desarrollo de la Universidad de Costa Rica, Carlos Murillo Zamora.