“El conocimiento no radica en la abundancia de aprendizaje, sino que es una luz que se deposita en el corazón de aquel a quien Dios quiere obsequiárselo. Entonces, si aspiras al conocimiento, primeramente procura la realidad de la adoración en tu interior; procura el conocimiento mediante su puesta en práctica, y requiere de Dios la comprensión, que Él te hará comprender”.
En estas palabras del imam Sadiq (la paz sea con él), podemos identificar una vez más la estrecha relación que existe entre el amor y el conocimiento. Lo primero que llama la atención es su afirmación acerca del lugar donde, por decisión divina, se deposita el saber en las personas. A diferencia de lo que se nos han enseñado en las sociedades occidentales, el conocimiento es luz e iluminación que Dios derrama en nuestros corazones y no en la cabeza o en el cerebro. Dijo el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él y con su familia): “El conocimiento es de dos tipos: un conocimiento del corazón, que es el conocimiento que beneficia; y un conocimiento de palabra que conforma la prueba de Dios sobre Sus siervos.”