Es bien conocida la parábola bíblica que compara el grano de mostaza con el Reino de los Cielos. Mediante esa narración breve y simbólica se compara algo terrenal, pequeño e insignificante, con algo celestial y eterno. La pequeña semilla cultivada en suelo fértil hace crecer un árbol formidable que puede dar sombra a los caminantes y cobijo a las aves entre sus frondosas ramas. De este recurso comparativo se pueden extraer varias enseñanzas y es muy utilizado para destacar que lo más ínfimo tiene un portentoso valor y significación para el ser humano y para Dios. Por la disparidad y el contraste entre lo grande y lo pequeño, lo intrascendente y lo trascendente, se busca destacar algo muy positivo o algo muy negativo, muy bueno o muy malo para el alma.