Leí unas palabras cortas que comunican un mensaje especial que dicen lo siguiente: “si quieres que tus labios no te hagan caer, debes tener en cuenta cinco cosas: de quién hablas, a quién le hablas, y cómo, cuándo y dónde hablas”.
No sé quién escribió estas palabras, pero él o ella probablemente había leído el versículo que dice que, “debemos ser tardos para hablar” (Santiago 1:19). Todos nosotros en algún momento, hemos tenido la experiencia de haber dicho algo e inmediatamente desear no haberlo dicho. Pero las palabras, una vez que son compartidas, no las podemos retractar. Si fueron palabras hirientes, necias e inoportunas, nuestra culpa es muy real y evidente.
Seguir fielmente el consejo de las Escrituras de escoger bien nuestras palabras, nos ayudará a evitar sentimientos de resentimiento y culpabilidad. Además, alimentará nuestros esfuerzos de hablar con amor y valor en la vida de otras personas. La Biblia dice,
“Que sus conversaciones sean cordiales y agradables,[a] a fin de que ustedes tengan la respuesta adecuada para cada persona, (Colosenses 4:6, NTV)”