Una mujer que estaba a punto de celebrar sus noventa años, pensó en todas las porcelanas, detalles de vitrina, objetos para su colección y demás artículos que usualmente sus familiares le daban cada año. Cuando sus hijos le estaban planeando la fiesta de cumpleaños, ella les dijo: “este año todo lo que quiero son besos y abrazos, dos cosas que no tenga que limpiarles el polvo todo el tiempo”.
La persona que dijo “nada te llevas de este mundo”, tenía la razón. La Biblia dice que en vez de atesorar tesoros en la tierra, debemos acumular tesoros en el cielo donde los podremos disfrutar por la eternidad. Nada que tengamos que desempolvar, solo la dicha de gozar de los galardones de Dios para nosotros.
Las recompensas que tendrás por servirle a Dios valdrán mucho más que todos los logros terrenales. Éstos durarán por la eternidad y no tendrás que preocuparte de esconderlos de los ladrones o de que se dañen. Involúcrate en servirle a Dios con tus dones y talentos y descubrirás las muchas bendiciones y recompensas que Él tiene para ti. La Biblia dice, “Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. 21 Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón,” (Mateo 6:20-21, NVI).