Un hombre joven hizo un voto de no casarse hasta encontrar a la mujer perfecta. Según él, la encontró porque descubrió que ella también había hecho un voto de no casarse hasta encontrar al hombre perfecto. Después de pocos meses ese matrimonio entre dos que se consideraban perfectos, fracasó.
El perfeccionismo puede drenar el gozo de una gran vida. Podemos arruinar nuestra vida y la de otros al adoptar la creencia humana que piensa que el perfeccionismo es posible en este mucho. La cruenta realidad es que tal perfeccionismo no existe. La mayor prueba de esto es que Dios tuvo que enviar a Su único Hijo para salvarnos de un mundo de imperfecciones humanas.
Ninguno de nosotros podrá obtener perfección en esta vida, pero por la gracia de Dios podemos seguir trabajando en nuestra santificación, es decir, en nuestra madurez. Podemos comenzar por aceptar el perdón de Dios y Su amor incondicional que cubre nuestras imperfecciones. La Biblia dice, “Lo más importante de todo es que sigan demostrando profundo amor unos a otros, porque el amor cubre gran cantidad de pecados”, (1 Pedro 4:8, NTV).