“Todos menos yo”. Ese es el sentimiento que albergamos cuando vemos que las cosas les pasan más fácilmente a otras personas, pero al parecer a nosotros no. Es como si el turno le tocase a todos menos a nosotros. Vemos que estamos próximos a conseguir algo, a tener una respuesta positiva, pero de repente todo se derrumba dejándonos un gran vacío y una gran decepción.
¿Te has sentido que a todos les toca menos a ti? Esto se ve comúnmente en los niños, pero el sentimiento sigue experimentándose en todos nosotros aún en la adultez. ¿Te has preguntado el porqué no se te ha dado lo que esperas o anhelas? ¿Te has puesto a pensar porque no es aún tu tiempo? ¿Has meditado que quizá una espera momentánea no significa una negativa permanente? O ¿Has pensado que una espera divina puede ser la mejor respuesta que puedes tener?
Muchas veces, aunque pensemos que les toca a todos menos a nosotros, puede que esto sea lo mejor que nos pueda pasar. Quizá Dios nos está preparando algo mejor, nos está protegiendo de algo que no sabemos o simplemente porque no es Su voluntad. La Biblia dice en el Salmo 25:5, “Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza” (NTV)