Vivimos en un mundo de apariencias. Sin embargo, como dice el dicho: “Las apariencias engañan”. Aparentar es mostrarle a otros lo que verdaderamente no somos como si lo fuese. Es vivir en una mentira como si fuese una verdad. Es poner una máscara pública y tapar lo realmente puro e interno del corazón. Es muchas veces poner más interés en hacer creerle a los demás que somos felices que el tratar de serlo. Es vivir cautivo de una mentira y adoptarla como una realidad.
Un dicho de la antigüedad enuncia: “Mientras que al enemigo se le juzgue solo por su apariencia, su victoria está garantizada”. En otras palabras, nadie sale vencedor al vivir bajo apariencias. Algunos rigen su forma de hablar, de vestirse, de actuar y hasta de caminar por aparentar algo que no son. Pero ¿qué es realmente lo que está pasando en sus vidas? La realidad es que han decidido ser esclavos del “qué dirán”. Son esclavos de una o más mentiras. No obstante, el no vivir en la verdad los hace esclavos de las mentiras.
Entonces, deja de aparentar lo que no eres. No trates de ser ni de hacer algo que no va contigo. Sé auténtico, realmente feliz al adoptar la identidad que tienes en Cristo, las promesas de Su Palabra y las bendiciones que Él tiene preparadas para ti. La Biblia dice en Juan 7:24, “No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia”, (NVI).