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En tiempos de exilio y desolación, el profeta Jeremías escribió una carta al pueblo de Israel, recordándoles que, a pesar de las circunstancias, Dios tenía planes de bienestar y esperanza para ellos. Les instó a establecerse, a buscar el bienestar de la ciudad y a confiar en las promesas divinas.​
Esta exhortación sigue vigente hoy. En medio de desafíos y pruebas, Dios nos llama a mantener la esperanza viva, confiando en que Sus planes son para nuestro bien. La esperanza en Dios no es una ilusión, sino una certeza basada en Su fidelidad.​
Por ende, si te encuentras en una etapa difícil, no pierdas la esperanza. Dios está obrando, incluso cuando no lo percibes. Sus promesas son firmes, y Su amor, inquebrantable.​
Así que, renueva tu esperanza cada día, alimentándola con la Palabra y la oración. Dios es especialista en transformar el dolor en propósito y la prueba en testimonio.​ La Biblia dice en Jeremías 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (RV1960).