Una vez me hicieron la siguiente pregunta, en sus propias palabras, ¿qué es la fe? A lo cual respondí: “La fe es seguir a Jesús en el peor de los casos, mientras esperas el mejor de los resultados”. Mi respuesta fue espontánea pero después la anoté porque me salió de lo más profundo del corazón. La fe en su expresión más simple es “creer”. Es por eso que todos tenemos fe. La cuestión es en quién o en qué depositamos nuestra fe, es decir, nuestras creencias.
Yo he decidido creer en Jesús. Él es el Hijo de Dios, quien vino a este mundo para vivir una vida perfecta en un mundo imperfecto. Él vino a mostrarnos el camino de la fe, porque aún en el peor de los casos, supo esperar el mejor de los resultados. Es más, horas antes de su muerte, profirió las siguientes palabras: “¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía” (Mateo 26:39) ¡Qué ejemplo de fe y de confianza!
¿Cómo está tu fe? ¿En quién la depositas? Si la depositas en lo temporal y material, quedarás defraudado. Si la depositas en el hombre, saldrás decepcionado. Si la depositas en tu preparación, posición o situación, caerás muy bajo. Pero, si la depositas en Jesús, serás bendecido y tendrás vida. La Biblia dice en Juan 11:25, “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (RV1960).