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Un día leí en una caricatura una frase que decía: “Como siempre: Lo urgente, no deja tiempo para lo importante”. En repetidas ocasiones parece que nos concentramos en responder a lo que dice ser urgente, que no lo es descuidando lo importante. Esto me lleva a otra frase que aprendí acerca de las dichosas urgencias que mueven nuestra vida que dice: “No todo lo urgente es importante y no todo lo importante es urgente”. Qué fácil suena, pero que difícil es de aplicarse.

La mayor parte del tiempo estamos respondiendo a supuestas urgencias. Dejamos lo importante por algo que parece ser inminente. Sin embargo, debemos entender que la tendencia natural del ser humano es el exaltar o sacar fuera de proporción las cosas para provocar respuestas rápidas y que parecen a primera vista necesarias.

Entonces, hazte las siguientes preguntas: ¿Qué es lo verdaderamente importante en mi vida? ¿Qué es prioritario? ¿Qué necesita mi atención urgentemente o cómo determino qué es una urgencia? Recuerda que muchas veces dejamos lo importante por lo que parece ser urgente. Nuestra oración debe ser: “Señor, ayúdame a responder a lo urgente y a no descuidar lo verdaderamente importante”. La Biblia dice en Eclesiastés 8:6, “Pues hay un tiempo y un modo para cada cosa, incluso cuando uno está en apuros” (NTV).