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“Se nota que el niño se toma la lechita” le decían a los niños gorditos o cachetones cuando yo estaba creciendo. Aunque yo me tomaba la leche de pequeño, no fui del club de los cachetones. Eso vino después en mi juventud. Sin embargo, la leche es un alimento fundamental para los recién nacidos y para los niños pequeños.

No hay nada más tierno y conmovedor que ver como un bebé toma su leche en los brazos de sus padres. Cuando la leche se acaba, los pequeños bebés si aún no se han llenado, lo dejan saber con un llorido muy fuerte y particular. Entre más crecen, menos leche toman. Sin embargo, la leche sigue siendo un símbolo de nutrición a través de la vida. Algunos que abusan de su consumo, desarrollan otros problemas en la edad adulta.

El deseo de tomar leche de un niño debe ser comparado con el deseo de tomar la leche espiritual que el la Palabra de Dios. Debemos desearla todo el tiempo para poder crecer espiritualmente. Si no tomas la leche espiritual, no podrás crecer como un cristiano fuerte y mucho menos probar alimento sólido porque no te caerá bien. Te hará mala digestión y te frustrarás. Entonces, ¿te has tomado tu leche hoy? La Biblia dice, “Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo” (1 Pedro 2:2, NTV).