El famoso científico Albert Einstein dijo: “No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos”. Debemos recordar que para todo problema humano, hay siempre una solución, aunque no sea la que queramos o esperemos. En el lado espiritual, el problema no está en Dios, el problema somos nosotros que no estamos listos para lo que Él quiere hacer. Muchas veces, nosotros mismos somos los causantes de nuestros propios problemas y nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Dónde está el problema?
El problema está en nosotros mismos y en cómo abordamos nuestros problemas con los demás. Henry Ford, industrial estadounidense, dijo: “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos”. Entonces, una muy buena práctica sería identificar el problema, evaluar la raíz del mismo, enfrentar o encarar la situación y buscar ayuda para resolverlo cuando sea necesario. El evadir o evitar los problemas nunca es una buena práctica.
Así que, “enfrenta tus problemas”. Dios te deja pasar por ellos como oportunidades para demostrar lo que sabes, para enseñarte lo que no sabes y para manifestar lo que solo Él sabe. La Biblia dice en el Salmo 143:10, “10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud” (NTV).