Se dice que el 30 por ciento de las personas que habitan en el mundo son idealistas. Viven esperando vivir en un mundo ideal sin poder enfrentar y encarar su realidad. Hay una gran diferencia entre ser idealistas y tener ideales. El uno trata con una realidad que añora tener y el otro trabaja para que ese ideal se haga realidad aunque parezca ser un proceso largo, doloroso y tedioso. Uno siempre piensa en lo que podría ser y el otro trabaja diligentemente en lo que quiere ver que pase en su vida.
Se necesitan personas que alberguen ideales transferibles y alcanzables. Se necesitan personas con visión y enfocados a la misión. Desafortunadamente las personas que viven en un mundo ideal no podrán vivir vidas productivas y trascendentes.
Los estudiosos en el comportamiento humano dicen que hay una solución para los idealistas y se llama “planeación”. Es decir, poner en pasos concretos los ideales con objetivos claros, progresivos y obtenibles. De esta manera el idealismo se convierte en una visión y propósito enfocado que dará fruto durante la vida. Así que si eres idealista, está bien, solo planea cómo puedes pasar de lo ideal a lo real para cumplir lo que Dios te ha llamado a hacer. Si confías en Dios, Él te ayudará en hacer de tus ideales metas concretas de acuerdo a Sus planes para tu vida. La Biblia dice que, “Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito”, (Proverbios 16:3, NTV)