Una vez leí una anécdota de un muchacho que entró a una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le presentó uno muy hermoso donde la hermosa piedra solitaria brillaba como un diminuto sol resplandeciente.
El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. De inmediato preguntó por el precio y se disponía a pagarlo cuando el joyero le preguntó, ¿Te vas a casar pronto? ¡No! – Le respondió el muchacho - Ni siquiera tengo novia. La muda sorpresa del joyero divirtió al comprador. Es para mi mamá - dijo el muchacho - Cuando yo iba a nacer estuvo sola. Alguien le consejo que me abortara y así se evitaría de problemas. Pero ella se negó y no me negó en don de la vida. La verdad si tuvo muchos problemas... demasiados diría. Fue padre y madre para mí, fue amiga y hermana, y fue mi maestra. Me hizo ser lo que soy hoy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso porque nunca tuvo uno. Yo se lo doy como una promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. ¡Quizá después entregue otro anillo de compromiso! El joyero no dijo nada, solamente ordenó a su cajera que hiciera al muchacho el descuento que se hacía nada más a los clientes importantes.
¿Tenemos ese tipo de compromiso sacrificial? Un compromiso desinteresado, esforzado y constante. El compromiso se torna en el motor interno que enciende lo mejor de nosotros para servir a los demás. ¿Cómo está tu compromiso con Dios? Él dio el todo de sí por ti al ofrecer a Su propio Hijo en la cruz, ¿cómo le demuestras tu compromiso? La Biblia dice, “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”, (Deuteronomio 6:5, NTV).