No todas las oportunidades vienen con rótulos luminosos. A veces, Dios deja una puerta apenas entreabierta como una conversación casual, una tarea pequeña o un servicio discreto. Esperamos la gran plataforma y pasamos por alto el pasillo estrecho que conduce a ella.
La fidelidad se prueba en los umbrales. Por lo tanto, cuando veas una rendija de posibilidad, ora y avanza un paso. Tal vez no veas el salón completo, pero al cruzar, la luz crece. En consecuencia, abandona el perfeccionismo que paraliza y abraza la obediencia que camina. La voluntad de Dios suele revelarse mientras obedecemos, no antes.
Además, recuerda que “poca fuerza” no es excusa, es oportunidad para que el poder del Señor Jesús se perfeccione. Él abre y nadie cierra; cierra y nadie abre. Nuestra parte es guardar Su Palabra y mantener Su Nombre en alto aunque el espacio sea pequeño.
De modo que, no desestimes la puerta entreabierta de hoy. Podría ser el inicio de una historia que mañana llamarás milagro. La Biblia dice en Apocalipsis 3:8: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”.