La pureza de corazón empieza en las intenciones antes que en las apariencias. Dios busca verdad en lo íntimo, motivaciones limpias que honran Su Nombre. La cultura relativiza la pureza; pero el Evangelio la recupera con gracia y verdad. Por lo tanto, alimenta tu imaginación con lo que es noble, justo y amable. Cierra puertas digitales que ensucian y abre ventanas de luz en la Palabra. Practica arrepentimiento rápido para no acumular basura espiritual. Además, rodéate de amistades que edifiquen. Sirve a otros sin buscar foto, porque el Padre ve en lo secreto.
Recuerda que quien cuida el corazón cuida la boca, los ojos y los pasos. La pureza no aísla; ama mejor porque ama sin agenda escondida. Haz memoria de Su fidelidad y permite que renueve tu ánimo. Recuerda que Su presencia sostiene cada paso. La Biblia dice en Mateo 5:8: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. (RV1960).