“Nunca dejes que la situación signifique más que la relación”. Este es un principio fundamental para la vida que violamos inconscientemente. Desafortunadamente nos dejamos llevar por situaciones y emociones afectando nuestras relaciones más cercanas. Por ejemplo, nos dejamos llevar por un momento de ira donde decimos cosas que no deberíamos y actuamos sin pensar. Nos dejamos llevar por arrebatos, ejemplificando lo que realmente no somos y provocando memorias difíciles de borrar en otras personas. Nos dejamos llevar por comentarios que no son importantes y obviamos los comentarios de aquellos más cercanos a nosotros. Sacrificamos nuestras relaciones más cercanas, como la familia y amigos, por situaciones u oportunidades pasajeras que al final de cuentas llegan a ser fútiles e inciertas.
¿Por qué tenemos dicha tendencia? Simplemente porque nos enfocamos en la situación. Olvidamos ver cómo nuestras palabras o acciones afectarán la relación. De modo que, debemos cambiar el enfoque. Comencemos por pensar en cómo nuestras palabras o acciones afectarán nuestras relaciones y no solo en cómo podremos enfrentar mejor cada situación. Recordemos que detrás de cada “situación” hay una “relación” qué cuidar, alimentar y valorar. Al final de cuentas, no recordaremos las situaciones sino las relaciones que le dan sentido a nuestra vida. La Biblia dice en Mateo 7:12a, “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes...” (NVI).