Gamés no entiende. O algo peor, sí entiende, pero no quiere entender. La cancillería mexicana no terminaba aún de salir, raspada y hecha un desastre, del bochornoso episodio con la canciller de Panamá a quien llamó inquisidora, del bofetón que el presidente panameño le asestó a nuestro Presidente, del beneplácito que le negaron a Pedro Salmerón y la propuesta de Jesusa Rodríguez como embajadora cuando Liópez Obrador incendió la pradera de las relaciones bilaterales con España.