Muchas veces los obstáculos a la obra de Dios los ocasionan su mismo pueblo. Estos deben de ser eliminados con sabiduría para evitar deshonrar a Dios. No seamos obstáculos para la obra de Dios, sino busquemos de manera consciente y voluntaria remover todo obstáculo que esté estorbando que individualmente o como iglesia cumplamos la voluntad de Dios.