Conclusiones:
➢ La persecución, el costo de la vida cristiana, es inevitable. Si no nos ha costado nada ser cristianos, lo más probable es que no estemos viviendo como Cristo.
➢ Es solo en la práctica y ejercicio del mensaje del evangelio que somos transformados por él. Si no practicamos el evangelismo y discipulado seremos Cristianos solo de nombres, carentes de poder e incapaces de reflejar la luz de Cristo.
➢ Si llevamos una vida de obediencia (práctica y ejercicio del evangelismo y discipulado), podemos con certeza esperar el cumplimiento de la promesa en la “Gran Comisión” - que Él estaría con nosotros siempre; podremos contar con la compañía divina y la manifestación del poder de Dios.
➢ Es una experiencia de honor obedecer a Dios.