La antológica señal de la CMQ RadioCentro de la segunda mitad de los años 40, sus estudios de la intersección habanera de 23 y M recién instalados, nos devolvía a Rita Montaner.
Así rememoraba la diva los tiempos en que triunfaba acompañada por un joven y desconocido pianista que, al igual que la fulgurante estrella teatral, también provenía de la habanera villa de Guanabacoa.
Los caminos se le abrieron a Bola de Nieve en México cuando aún en Cuba era un desconocido. Talento natural predestinado a ser descubierto por otra indiscutible personalidad musical de la época.
Lecuona, deslumbrado por la originalidad interpretativa, vocal y pianística de su coterráneo desgranando espontáneamente canciones, guarachas y afros, no lo pensó mucho para incorporarlo a una de aquellas compañías teatrales con que acostumbraba a girar por el mundo.
Ignacio Villa. Fue tan grande su talento que hasta el nombrete para descalificarlo como ser humano fue, desde entonces, carta de triunfo en cientos de escenarios. Bola de Nieve resuena hasta hoy, como sinónimo de buena música popular cubana.
Su desenfadada autenticidad lo condujo al éxito. Negro, de baja estatura, y homosexual, complexión más bien robusta, se impuso lejos de la clasista rigidez de los escenarios de la Isla.
Cuando lo consiguió no corría el año 1959. Era otro el régimen militar que marcaba los destinos de Cuba, aunque por poco tiempo. En 1933, cuando nos librábamos de Machado, ya Bola tenía ante si un camino donde desarrollar su carrera con firmeza.
Algo de la esencia del Bola en sus propias palabras, gracias al inmenso legado del periodista Orlando Castellanos quien lo entrevistara para su programa "Formalmente informal" en 1971.
Este es el Bola que pudieron escuchar por ultima vez los cubanos en la radio, poco antes de morir en la tierra donde conquistó los primeros aplausos. Un círculo extrañamente mágico se cerró con su muerte el 2 de octubre de 1971 en México.
Vale la pena regresar a la discografía que, finalizando los años 50, generaba el impresionante desarrollo de la industria independiente del disco en Cuba.
José Tejedor, con el apoyo vocal de Luis Oviedo, se imponía en el ámbito discografico desde el catálogo de la naciente etiqueta Rosy.
Victrolero por excelencia, tanto por la temática de sus boleros, pletóricos de incomprensiones, abandonos y desengaños amorosos, como por su propia existencia, Tejedor se impuso en el los discos y en los espacios donde se exaltaba la bohemia habanera, como una de aquellas revelaciones del bolero en la Isla.
Modiner, otra etiqueta independiente, proponía a la gran Blanca Rosa Gil quien a pesar de haber grabado ya algunos éxitos en Panart dejando por sentado su reinado indiscutible en el bolero desde la pista del Ali Bar, colocaba entonces sus primeros grandes éxitos con arreglos y conducción orquestales de los pianistas Severino Ramos y Joaquín Mendivel.
Entre discos y boleros de victrola continúa este segmento del programa.
Orlando Contreras, después de recorrer los catálogos Corona, Gyse y Fama, en 1960 pasaba a Velvept y luego a Maype. La hegemonía del histórico sello Panart se resentía ante la creciente competencia.
En la despedida Guillermo Fragoso nos presenta algunos tracks de "5-herencia", su álbum más reciente, ya disponible en todas las plataformas digitales por Membiela Productions, y donde contó con las colaboraciones de Michelle Fragoso y Néstor del Prado en la producción musical.
Todas las semanas compartimos contigo más de cien años de música popular cubana.
Cubakustica, un placer compartir contigo estos sonidos.