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Una antigua producción de la etiqueta Víctor nos permite regresar a los albores del siglo XX y, de alguna manera, rescatar del olvido a estos veteranos músicos cubanos identificados como grupo "Apolo".

De ellos no existe apenas información, pero al escuchar su versión de este viejo son adjudicado a María Teresa Vera con el título de "Oye Miguel los hombres no lloran", o "María Luisa", comprobamos que en marzo de 1927 ya utilizaban la trompeta.

Ante la ausencia de una industria discográfica cubana, y de las mínimas condiciones técnicas para grabar, fueron estas veteranas etiquetas norteamericanas las que por entonces introdujeron en sus catálogos lo más sobresaliente en lo artístico y musical de esos años.

María Cervantes grabó mucho para el sello Columbia. Con su gracia singular, acompañada de su piano de cola, allá por los años 20 comenzó a trazar un camino que un artista como Bola de Nieve más tarde llevaría a su máxima expresión.

Trovadores, artistas del teatro criollo, agrupaciones populares e interpretes líricos comenzaron a dar fisonomia a los catálogos de aquellas etiquetas foráneas que muy pronto, a través de cientos de ediciones en 78 revoluciones por minuto, hicieron trascender el cancionero cubano más allá de nuestras costas.

Año 1927: la guitarra de Alberto Villalón, uno de los cuatro grandes de la Trova Cubana, acompaña las voces prima y segunda de Juan de la Cruz y Bienvenido León.

Las largas travesías en vapor con destino a Nueva York valieron la pena cuando de las tablas de míticos teatros como "Alhambra" y "Payret", felizmente llegaron al disco los bufos cubanos. La mulata y el negrito, fueron dos personajes arquetípicos que destacaron en infinidad de libretos de la época. Ramón Espigul y Lola Mayorga, llegan desde una edición Víctor del año 1916.

Voces entrañables que fueron modelando el cauce evolutivo de la música popular cubana. Sin la existencia del dueto de Maria Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo, probablemente sus derroteros hubieran sido diferentes. Con dos piezas del poeta del Son Ignacio Piñeiro, despiden este primer segmento: "Cantares del abakuá" y "Que bonita es Cuba". Dos cortes que nos recuerdan además la importancia de la radio independiente con sus programaciones "enlatadas" y en directo.

De los históricos registros fonográficos de principios del siglo XX pasamos al riquísimo mundo rítmico de la rumba y el guaguancó.

Patato Valdés y Totico. Rumba y guaguancó en Nueva York. Transplante sonoro que, a día de hoy, resuena en sitios míticos de la gran ciudad como el Central Park.

El 13 de marzo de 1917 nació en La Habana el pianista, arreglista y compositor Felipe Dulzaides. A la distancia del 107 aniversario de su natalicio, recordamos con algunas grabaciones históricas algo de la vida y obra de este pionero del jazz cubano.

No hay dudas de que su aporte más notable lo dejó al frente de "Los Armónicos", formación que fundó a mediados de los 50s y que, en diversas etapas, pasó del formato de quinteto a sexteto adaptándose a las corrientes que marcaron el ambiente musical desde entonces hasta los primeros años 60s, siendo parte indispensable de la intensa banda sonora de clubes y cabarets.

De la copiosa discografía del trompetista Arturo Sandoval escogemos tres temas que marcan diferentes puntos de giro en su extensa trayectoria en los escenarios: "Iyá", clásico del jazz afrocubano es un tema de su autoría que nos recuerda su paso por una de las bandas más influyentes del jazz y la música popular cubanas: "Irakere".

"Groovin High", tema original de Dizzy Gillespie, figura icónica del jazz norteamericano con quién Sandoval mantuvo fuertes vínculos en lo musical y personal bien importantes, es uno de los temas con que el trompetista cubano ha reverenciado además su deuda con las corrientes del swing y, particularmente, el be bop.

"Manteca", clásico que firma Chano Pozo, marcó en 1947 la feliz confluencia del mítico percusionista con Dizzy.J

Jazz AfroCubano de altos quilates.