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Elena Burke, una de las voces más queridas de la canción, el bolero y el feeling cubano. A 95 años de su aniversario, repasaremos algo de su legado sonoro.

Se despedía la década del 50 del siglo XX, y con el decisivo respaldo comercial de la etiqueta Gema, fundada en 1957 por los hermanos Álvarez Guedes, Elena debutó como solista.

Luego de poco más de cinco años de permanencia en el célebre cuarteto de la pianista, arreglista y directora coral Aida Diestro, contó en sus primeras sesiones de estudio con el respaldo de otros dos importantes pianistas y compositores: Méme Solís y Frank Domínguez.

La etiqueta Gema le propició además el acompañamiento de una orquesta con la conducción y los soberbios arreglos sinfónicos del maestro Rafael Somavilla.

Su carisma y dominio escénicos muy pronto le abrieron las puertas del éxito en todo tipo de escenarios. Era una predestinada, desde la penumbra azuloza y cómplice del club, los estudios y platós de radio y televisión, hasta las salas teatrales más exigentes, Elena hizo invariablemente su magia.

Volvemos a los comienzos de aquella muchachita que, como muchos de sus contemporáneos, encontró en los directos de la radio independiente, las primeras oportunidades de mostrar su talento.

Hacia 1943, 15 años cumplidos y con la orquesta de la emisora Mil Diez dirigida por Adolfo Guzmán, ya defendía las canciones de un compositor que resultó ser crucial en su carrera: Orlando de la Rosa.

Otro valioso fragmento de la radio, está vez de la importante CMQ del año 1952, nos acercará a la cantante siendo componente del cuarteto del importante pianista.

Relevante su inserción en el mítico Cuarteto D'Aida. La magia del disco nos permitirá disfrutar de una joya discográfica, producida por la etiqueta RCA Victor hacia 1957. Con arreglos y conducción orquestales de Chico O'Farrill vio la luz: "Una noche en Sans Soucí " donde Elena, Moraima, Omara y Haydée Portuondo, reunieron parte del repertorio que solían presentar en el popular cabaret habanero.

Ya a comienzos de los convulsos años 60s, "perdonado" el feeling por la nueva política oficial con un rimbombante "Forum", coartado todo el mecanismo de difusión musical, y golpeado por nuevas prohibiciones y sucesivos éxodos el sector artístico, la voz de Elena continuó brindando un oasis a los seguidores de aquella agitada bohemia cubana que, poco a poco, fue apagándose junto a los polvorientos anuncios de neón de los clubes clausurados por la ofensiva revolucionaria de 1968.

Durante las décadas siguientes, apoyada por su indiscutible trayectoria, fue sin discusión La Voz del Feeling de Cuba.

Para la historia y como testimonios únicos, quedaron sus grabaciones junto a su inseparable guitarrista Froilán, la orquesta Revé cuando la integraba un bisoño Juan Formell, o su magistral vínculo con la orquesta de música moderna y aquella oleada de jóvenes compositores de los primeros años 70s donde destacaron las piezas de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.

La Elena del sentimiento infinito nos ha acompañado hoy. La que cantó con la Orquesta Aragón, la intérprete de José Antonio, de César, de Juan Pablo Miranda, de Marta Valdés, la formidable guerrera, afortunadamente salvada por el empeño del productor Jorge Rodríguez, en el que resultó ser su último trabajo: "Elena, en persona".