Con una lejana emisión de la CMQ Radio, cuando todavía sus estudios se encontraban en la intersección habanera de Monte y Prado, comenzamos el programa.
Una veinteañera Rosita Fornés presentaba al trío Matamoros en un fulgurante e imaginario "Cabaret de las estrellas", allá por 1945.
Imposible pasar por alto el centenario de esta legendaria artista que con extremo profesionalismo, dedicación y entrega, durante poco más de sesenta años, desarrolló una sólida carrera que abarcó salas teatrales, pistas de cabarets, clubes, sesiones discográficas, y, por supuesto: cine, radio y televisión.
Fue la radio independiente de los años 40, plaza importante para muchos artistas de su generación. Volvemos a los estudios de Monte y Prado. Su desenvolvimiento escénico le aseguró el éxito en la importante emisora. Como presentadora destacó también en otro show emitido por CMQ: "Galería de la Fama".
Rosita Fornés y Enrique Santiesteban. Días de radio .
En unas sesiones de estudio para la etiqueta "Puchito" de mediados de los años 50, junto a su compañero de vida Armando Bianchi, notable cantante y actor, y con el respaldo musical de la jazz band "Riverside", quedó en discos parte del repertorio del show de televisión "Mi esposo favorito", versión criolla de "I love Lucy", producción con la que triunfaban Lucille Ball y Desi Arnaz en los Estados Unidos.
Su versatilidad interpretativa le permitió asumir casi todos los géneros cubanos, a la par de mucho repertorio internacional. Del cabaret a la zarzuela, de lo popular a lo lírico, fue ganándose un nombre dentro y fuera de Cuba.
Rosa Fornés jamás le restó brillo al esplendor que le acompañó desde su aparición en escena, incluso en tiempos difíciles, desarticulado todo el "sistema de estrellas" que le permitió triunfar. Llegó a ganarse por designio popular, y no pocos sacrificios, hasta el sol de hoy, el difícil título de "La Vedette de Cuba".
Su centenario ha coincidido con el lanzamiento del polémico single "La habitación", tema original de Tanya que, interpretado por Rebeca Martínez, ha conseguido poner en la mira nuevamente a la figura de "la vedette". Así que será bueno acercarnos, a través de estos sonidos que nos devuelven a Rosa Fornés, a las vidas de estas artistas del cabaret cubano, entendiendo lo difícil que sigue resultando sostener por tantos años una carrera de estas características.
Los artistas de variedades, mujeres y hombres, históricamente han tenido que jugarse el tipo cada día de sus vidas, enfrentando el inexorable paso del tiempo, manteniendo el físico, y teniendo que asimilar además la voluble respuesta del público.
Quizás lo más duro siga siendo llevar adelante una carrera estigmatizada, durante más de medio siglo, por una política cultural de extrema que ilegalizó tempranamente la independencia de artistas y músicos, fomentando cierto clasismo, además del absoluto control de los posibles escenarios de la bohemia y la noche.
La Vedette, figura casi siempre vinculada al kitsch y la frivolidad de las lentejuelas, a lo largo de más de un siglo de historia, desde los albores del teatro musical cubano, ha demostrado ser una sobreviviente, una artista que, al fin y al cabo, expresa y defiende su verdad, agitando a un público que también siente y existe, sin importar los altibajos de modas musicales más o menos pasajeras.