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Versiones definitivas de ciertos clásicos de la música popular cubana. Desde que fuera reclutado en 1945 por Miguel Matamoros para unirse a su conjunto y viajar a México, hasta sus últimas sesiones de estudio, Benny Moré efectuó para la etiqueta norteamericana RCA Victor todas sus grabaciones.

Año 1952, concluida su decisiva temporada azteca y luego de una fugaz permanencia en la banda de Mariano Mercerón en Santiago de Cuba, de vuelta a la Habana, el Benny sumó su talento a la orquesta del importante pianista, arreglista y compositor Ernesto Duarte.

El concepto melódico y armónico de Duarte, en función de sus arreglos para jazz bands, contribuye desde entonces a la cristalización de un sonido bien original, típicamente cubano, que lo distingue de agrupaciones similares.

Unos minutos más junto al Benny y la jazz band de Ernesto Duarte. El son montuno que, desde los últimos años 30, comenzaba a perfilar en este tipo de bandas el pianista Anselmo Sacasas, con Duarte ya cobraba un sentido más sólido.

De los explosivos años 50 pasamos al primer lustro de los complejos años 60. Escenario de la absoluta centralización del fenómeno artístico -musical en un país históricamente puntero e independiente en esos lances.

Después de "nacionalizar" las casas discográficas más importantes, el 3 de enero de 1964 fue creada, por decreto oficial, la única empresa estatal facultada para hacerse cargo de las grabaciones y ediciones musicales en Cuba. Durante poco más de 30 años ejerció la EGREM su hegemónico papel hasta que la dura crisis económica de los años 90, impulsó la creación de otros sellos que, aunque con características comerciales ligeramente más flexibles, mantenían igualmente su carácter estatal.

El estricto control sobre todo el andamiaje de contratación del sector artístico-musical, agudizó la implosión y el silenciamiento no sólo del talento ya establecido por décadas, las jóvenes promesas lo tuvieron bien difícil teniendo que sobrevivir en un panorama completamente politizado.

Las voces de Freddy, desde su única producción discográfica editada por el sello Puchito en el mismísimo 1959, con arreglos y respaldo orquestales de Humberto Suárez; la guantanamera Bertha Dupuy con la orquesta y los arreglos de Adolfo Guzmán de 1960 para la etiqueta Velvet; Rubén Ríos desde la etiqueta Sonotone, y La Lupe con los combos de Felipe Dulzaides y Eddy Gaytán para RCA Victor, le pusieron lo suyo a la banda sonora de un tiempo que, definitivamente, ponía punto final a más de veinte años de independencia discográfica.

Tiempos de boleros y victrolas, a partir de 1939 se fueron ganando un espacio importante en la vida cotidiana del cubano. Incluso, el sector musical que primero las consideró un peligro en franca competencia, poco a poco, teniendo a mano la posibilidad de llegar a los discos para luego en las victrolas afianzar su popularidad, recaudando además algún que otro royaltie por derechos de autor, terminó asimilándolas.

Entre los diversos factores que impulsaron la difusión musical en Cuba, a la par de la radio y la televisión, las victrolas tuvieron, sin duda, un lugar destacado.

Sin embargo la muerte anunciada de los populares artilugios comenzó con la llamada "nacionalización" de los sellos independientes, encargados hasta ese momento de abastecer semanalmente sus bocinas con las novedades de sus diferentes catálogos discográficos, hasta la implacable "ofensiva revolucionaria" de 1968 que acabó desmantelando toda la red de clubes y cabarets a lo largo y ancho de la isla.

Desde entonces el mito victrolero pasó a formar parte de la permanente nostalgia del cubano, dentro o fuera de la Isla. Entre sus voces más recurrentes: Panchito Riset, Orlando Contreras,
Ñico Membiela, Blanca Rosa Gil, y Rolando Laserie.

Cubakústica, todas las semanas, más de cien años de música popular cubana.