Bobby Williams no tiene rostro. Todo parece indicar que pasó desapercibido para los historiadores que dedicaron largos años al rescate de música y músicos de otros tiempos. Quizás oyeran hablar de él entre un largo desfile de nombres, confundido entre las memorias de sus contemporáneos. Puede que también fuese silenciado, opacado por los tiempos grises que recorrieron la geografía cultural cubana mucho después, o que sencillamente, como sigue aconteciendo, no era un animal de su tiempo y estaba destinado a "reaparecer" 50, 60, o 70 años después.
Cantante, actor y bailarín, bien cubano a pesar de su norteamericanizado nombre artístico (algo muy usual en el ambiente musical de esos años donde una Omara Portuondo también tuvo su breve etapa de Omara Brown) comenzó a destacar junto a otros intérpretes como Dandy Crawford, Beny Roberts y Fellove Valdés, quienes mediando la década del cuarenta del siglo XX cubano, rendían culto al jazz, especialmente a los electrizantes swing y Be Bop.
En 1945 en los estudios de la Radio Cadena Suaritos, se grabó esta versión de "Tatalibabá", tema antológico de Florencio Santana, que la permanencia de Celia Cruz en la escena internacional hizo trascender.
Delia Bravo y Marta Pérez, habituales del "Club del Swing", llegaron a los discos. Julieta Peñalver quedó atrapada en el limbo de estas lejanas emisiones radiales.
Pocos podían quedar indiferentes al sintonizar RHC Cadena Azul donde Isolina Carrillo, Chano Pozo, Olga Guillot o Bebo Valdés aportaban lo suyo; o CMQ donde Armando Romeu (jr) conducía una gran orquesta en los estudios de Monte y Prado, arropando con melodías del Norte al selecto "Club del Swing", mientras el carismático Orlando Guerra (Cascarita) -bajo la batuta orquestal de Alfredo Brito- hechizaba a los habituales del Show Pinilla.
Ya para entonces el "mambo" existía en la cabeza y los arreglos de Pérez Prado para la jazz band "Casino de la Playa". Otra cosa es que muy pocos comprendieran el delirio rítmico-armónico del talentoso matancero.
La esencia de aquella radio orbitó en la sencillez de una habitación apenas insonorizada, cubiertas sus paredes por paneles de madera, tela de yute, o bagazo de caña. Dos o tres micrófonos de cinta, reacios a perderse el menor atisbo de sonido, aseguraban el resto.
En el staff artístico de Suaritos sobresalieron: Amelita Frades, "Los Cumbancheros" con Ñico Saquito y su cantante Miguelito Díaz, el cancionero Fernando Albuerne, Celina y Reutilio, y las hermanas Romay.
Obdulio Morales conduce la camaleónica Orquesta Suaritos, acostumbrada a ejecutar todo tipo de ritmos. Para guarachas, rumbas y congas era la "Orquesta Suaritos Bailable"; bajo los efluvios de algún fox trot, swing o bebop, se transformaba en "Orquesta Americana Suaritos", y si se trataba de algo novedoso, con atisbo de convertirse en "una verdadera bomba", ni corto ni perezoso, el mago Suaritos no dudaba en añadir un peligroso elemento a su fórmula: "Orquesta Atómica Bailable".
Una jovencísima Celia Cruz nos devuelve aquellos tiempos de la radio donde casi todo era posible. La cuerda de un contrabajo podía emular perfectamente el "cañonazo de las nueve", un cubanísimo Tarzán enamoraba a Juana, y grandes músicos (muchos clásicos de hoy) por sólo 20 centavos ejecutaban su música en directo para deleitar a los oyentes, y de paso hacer realidad el viejo sueño de ser escuchados más allá del barrio, el humilde solar, la academia de bailes, o los Liceos.
Para la despedida los míticos Matamoros nos devuelven un bailable aniversario CMQ. Dos buenos sones: "La pena de mi tierra" y "Mi Cafetero".