El café en las Islas Canarias se comienza a plantar a finales del siglo XIX, a partir de 1930/40 la producción se retrae y desaparece, excepto en el Valle de Agaete, Gran Canaria. Para muchos agricultores de entonces, cosechar el café, recolectarlo, desgranarlo y descascarillarlo a mano, suponía una enorme tarea, se cree que se mantuvo en el valle, gracias a la existencia de una maquinaria que en otros lugares de las islas no existía.
La variedad cultivada pertenece a la Typica (arábica), una de las más antiguas originaria de Etiopía, un tipo de café exótico, suave, fresco, de matices afrutados, con cuerpo, además de elegante y con un moderado aroma, un producto que ha resurgido con fuerza en los últimos años, con el propósito de convertirse en un referente en Europa, según nos cuenta Víctor Lugo de Finca La Laja.
