La situación de emergencia en la que se hallan muchas personas a nivel global tiene implicaciones morales ineludibles para aquellas personas que están en posición de prestar ayuda. Dado que el sufrimiento y la muerte por falta de comida, vivienda y atención médica son malos y que deberíamos tratar de evitarlos si el sacrificio personal que implican no es moralmente significativo, donar dinero a los fondos de ayuda no es un mero acto de caridad, sino una obligación moral que no puede ser ignorada.