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Lucas 15:12 “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes”. 

La parábola fundamentalmente recalca la misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y su alegría ante la conversión de los descarriados; esto ha llevado a muchos a pensar que el nombre de la parábola debería ser “el padre misericordioso”, en lugar de “el hijo pródigo”.

En efecto el enfoque de la parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido, sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida a su hijo.

El mensaje que brinda esta parábola Eva dirigida a la conversión de los pecadores, al perdón de los pecados y a los creyentes que necesitan volver al Padre después de despilfarrar las bendiciones que Él ha dado.

El hijo pródigo se desarrolla en tres escenas: el pecado, el arrepentimiento y el perdón e inicia con una oración que hace el hijo menor para que se le otorgue la bendición de recibir su herencia, esta oración que hace el hijo menor alcanzó a su hermano mayor; aquí vemos que uno pidió y dos la recibieron, por lo tanto hoy es el día en el cual el Padre va a escuchar tu oración y esa oración va a traer restauración y restitución sobre tu vida, tu familia y tu descendencia, el Padre te va a devolver la autoridad (anillo), va a quitar tus vestiduras viles y va a colocarte un vestido limpio y resplandeciente (vestido), y te va a calzar con el evangelio de la paz.

Ahora bien, el problema no es obtener la bendición o el favor de Dios, el problema es mantener lo que has recibido y esto fue lo que le ocurrió al hijo pródigo; en Lucas 15:11-14 dice que el hijo menor todo lo que recibió lo malgastó y por esta razón fue llamado pródigo, ya que la palabra Pródigo significa “Malgastar, el que despilfarra o gasta sin cuidado sus bienes”, esta parábola no es la del hijo que regresa a su padre sino la parábola del hijo que despilfarra lo que el Padre le dió. 

Muchas veces despreciamos lo que Dios nos ha dado, votamos lo que que hemos anhelado y después de recibirlo lo menospreciamos o lo colocamos en segundo plano; tenemos la fe para recibir pero no tenemos el corazón para mantenerlo y yo te quiero decir algo “Lo que se desprecia… se pierde”. 

Y así como el hijo pródigo desperdició la bendición, yo veo a muchos perder la bendición porque no le han dado el valor que tiene la bendición, Jesús le dio mucha importancia a lo que Dios le dió: Juan 6:39 “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”, Juan 17:12 “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese”.

Jesús valoraba todo lo que el Padre le entregaba, le dio el Reino de los Cielos, la Palabra habla del valor incalculable que es el Reino de los Cielos: 

Todo lo que tu has recibido del Reino de los Cielos es de un valor incalculable… Si has perdido o estás a punto de perder los dones, el ministerio o los regalos que Dios te ha dado por haberlos despreciado o haberlos desperdiciado, es necesario que vuelvas al primer amor, hoy es el día de correr a los brazos de nuestro Padre celestial para que Él derrame de su misericordia sobre ti. 

Pero escuche, de todos, solo tres recibieron la misericordia de Dios y Dios los restauró, se arrepintieron, volvieron su mirada a Dios, volvieron al Padre, volvieron al primer amor… 

Ministración: Hoy es el día de volver al Padre, hoy es el día en el cual el Padre va a restaurar, a restituir todo lo que has perdido, el va a entregarte la autoridad que un día perdiste por causa del pecado, la maldad, la iniquidad, la injusticia que introdujiste a tu vida, a tu familia y a tu descendencia… Levanta tu voz en oración: “Padre, hoy me vuelvo a ti con todo el corazón, hoy me levanto y fijo mi mirada en el Padre, Señor necesito tu misericordia, tu bondad, tu amor; reconozco que he pecado contra el cielo y contra ti y no soy digno de ser llamado tu hijo, pero el nombre de Jesús vuelco mi mirada a ti porque quiero ser restaurado y restituido… Amen.