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1 Samuel 15:23.

Este día el Señor lo ha elegido para que seas advertido: ¿Qué camino has elegido para vivir tu vida de fe; el de Caín o el de Abel? No necesitas una respuesta de parte de Dios, tú ya la tienes, es tu responsabilidad, tienes que tomar decisiones, es el momento de volvernos a Dios con todo el corazón y gozar de la bendición, la paz, la prosperidad en tu vida, tu casa, tu hogar y tu familia. 

El problema grave es que somos rebeldes, nuestro hogar es rebelde, nuestra descendencia es rebelde y la consecuencia de la rebeldía en la ceguera y la sordera espiritual, está escrito en Ezequiel 12:1-2. La rebeldía es muy sutil y nos impide oír la voz de Dios, al mismo tiempo y abre la puerta a espíritus de engaño e injusticia.

La rebeldía comenzó en el Edén con Adan y Eva al desobedecer, continuó con Caín y su descendencia por la cual vino el diluvio y se extendió en toda la humanidad a través de Nimrod después del diluvio.

Después de que la humanidad fuera destruida por el diluvio, el remanente fue sacado del seguro refugio del arca, Génesis 9:1, la generación purificada que salió de los lomos de Noé no viviría por mucho tiempo, porque inmediatamente la rebelión entró en el corazón de uno de los hijos de Noé, Can se rebeló contra el justo de Dios, Génesis 9:22-27, cientos de años más tarde Dios juzgaría al pueblo de Canaan, descendientes de Cam, por mano de siervos justos, porque Canaan se había vuelto totalmente corrupto.

Continuemos con la herencia de maldición, aparece el nieto de Cam, hijo de Noe: Nimrod, un poderoso cazador delante del Señor. Su nombre significa “nos sublevaremos”, fue el fundador de un imperio, Babilonia, símbolo de la oposición a Dios.

En Babel los hombres rehusaron obedecer a Dios, los hombres tomaron el camino de Caín convirtiéndolo en una rebelión colectiva, fundando el primer reino sobre la tierra, dicen las escrituras: “Y Cus engendró a Nimrod: comenzó a ser fuerte en pecado y en rebelión delante de Dios”. Babel era el camino que los conduciría al cielo para tomar el gobierno de la tierra y convertir a Nimrod en el Dios de los cielos, creando su propio imperio y su propio gobierno, esa es la característica principal del hombre en todos los tiempos: “Gobernar su vida, su hogar y su descendencia” sin Dios.

La declaración de Satanás en el libro de Génesis 3, “seréis como Dios…” revela el verdadero problema. Tratar de ser auto-gobernados como Dios, es en sí mismo rechazar el reino de Dios y no lleva a otra cosa que a la corrupción. Cuando los hombres caídos se unen, multiplican su rebelión y el poder de su alma, lo que lleva a una decadencia aún mayor. El gobierno del hombre y el gobierno de Dios se oponen uno al otro.

Para que el reino de Dios se establezca completamente, Dios tiene que llamar primero a un remanente para atraerlo hacia sí, un pueblo gobernado por Su Espíritu (Romanos 8:14 y 19) y llamados según Su nombre. 

Los propósitos de Dios nunca podrán cumplirse en Babilonia, por esto es necesario salir de ella pueblo mío, dice el Señor:

Salid de ella, pueblo mío, para que no seis participes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas (Apocalipsis 18:4).

Padre, Levántate en contra de los rebeldes de esta nación, a los que intentan destruir nuestras generaciones…