Diana es la protagonista de esta novela en la que Maite Esparza nos habla de la vida y los veranos en el pueblo. Una epoca despreocupada, de tardes eternas con amigos, postillas en las rodillas de caerse de la bicicleta y tambien de despertar sexual. “El verano que aprendi a disparar” nos mueve entre Navarra y Barcelona, pero tambien en dos planos de nuestra memoria; la que marco la identidad de los que fuimos ninos en los 70-80 y la memoria que perdemos por culpa del Alzheimer.