Hay quienes “traen su propia versión de Dios a sus vidas”, y (tal vez sin saberlo) Lo definen y Le sirven de una manera que corresponde perfectamente con sus propias perspectivas y voluntades. Pero también, hay creyentes de corazones humildes que llevan todas sus vidas a los pies de Dios para que sean expuestas, corregidas y definidas por Él. Éstos han visto y sentido que no hay nada más peligroso que seguir sus propias voluntades; que no hay nada más espiritualmente ciego que la vista natural; que no hay nada más engañoso y decepcionante que los deseos de la carne y nada más temible que ser hallados viviendo una mentira.