Muchas personas erróneamente aplican la obra externa de Cristo a sí mismos, aun cuando sus corazones y vidas permanecen en un estado de gran enemistad contra Él. Esto ha hecho que algunos digan “Dios ha hecho todo por mí,” incluso mientras se han resistido y han rechazado lo que Él desea hacer en ellos. Le ha dado lugar a la carne para continuar viviendo, reinando, pensando, deseando, corriendo y amando el mundo, todo bajo el manto de la “obra consumada de Cristo.”