Todos los días sufrimos ofensas u ofendemos a otros. Hay ofensas reales y ofensas que son percepciones nuestras. Hay también ofensas cotidianas. Indiferentemente de las ofensas, necesitamos aprender a responder amando al prójimo, no con una simple sonrisa y callando, sino confrontando bíblicamente para hacer la voluntad de Dios.