El diseño bíblico de la creación de Dios incluye al menos cuatro relaciones vitales: La relación con Dios, la relación conmigo mismo, la relación con otros y la relación con la creación. La misión de Dios, a la cuál la iglesia se incorpora, implica la restauración de todas las cosas, empezando como imprescindible y primera, la justificación por la fe sin las obras, pero también, necesariamente, implica las otras relaciones.