En este mensaje que cierra la serie “Mi pecado, Su Gracia”, reflexionamos sobre el profundo amor de Dios que no solo confronta nuestro pecado, sino que también nos redime y reconcilia con Él. A través del capítulo 11 del profeta Oseas, descubrimos que el amor de Dios es más poderoso que nuestra rebelión y que, aun cuando hemos fallado, Él permanece fiel como un Padre amoroso que no abandona a sus hijos. Este episodio es un llamado a reconocer la gravedad de nuestro pecado, pero también a abrazar la esperanza de restauración en Cristo. El amor de Dios no se rinde, no se agota y nunca deja de ser.
Pbro. Obed Morales