La Novena Sinfonía termina con el coro de la Oda a la Alegría de Friedrich Schiller, utilizando por primera vez la voz humana en una Sinfonía. Fue escrita entre 1822 y 24, pero desde 1792, Beethoven proyectó ponerle música a la Oda a la Alegría y desde 1795 estuvo obsesionado por un tema musical que utilizó en algunas de sus obras. Con esas dos ideas, en 1822 se encontró con el Himno a la alegría y decidió colocarlo al final de su Sinfonía Coral.