Siempre hemos sostenido que hace falta una reconversión de la administración pública, proceso durante el cual el Estado debe liberarse de la obesidad mórbida que lo agobia. Sin embargo, los intentos han fallado una y otra vez. Las nueve empresas públicas deficitarias y hasta innecesarias son una prueba de que ningún gobierno, desde 1989, le importó seriamente la reforma a fondo del Estado.