“…Adora únicamente a Dios, porque la esencia de la profecía es dar un claro testimonio de Jesús” (Apocalipsis 19:10)
Dios es un Dios de generaciones y desde el principio de nuestra existencia, persigue nuestros corazones y anhela ver la respuesta de la humanidad entera a tener una relación íntima y personal con su Creador de manera natural y real, por amor, no impuesta o controlada.
Génesis 1:1-7 dice “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas…”
Este versículo nos muestra la realidad que, sin el Espíritu de Dios, sin su aliento, somos solo “polvo”, sin su presencia es imposible estar vivos y es por esta razón que El persigue nuestros corazones. Anhela que nos enfoquemos en El y no en las circunstancias, que le adoremos a Él y no lo creado, que hagamos todo para El y no para el hombre. Dios sabe de qué cosas tenemos necesidad, porque Él nos creó, El conoce nuestros desafíos y, por lo tanto, también conoce la salida a todos ellos: “Nuestra Adoración a Él en Espíritu y Verdad”, (Juan 4:22-23)
A Dios no le interesa nuestro pasado o los errores que hayamos cometido, lo que El busca son corazones rendidos a Él, que ¡anhelen su presencia! Y es así como todo lo negativo de nuestro pasado, nuestros errores presentes y desaciertos futuros no tendrán poder ni autoridad sobre nuestras vidas. Dios desea a través de su palabra reinventarnos y renovarnos, soplar aliento de vida a nuestros huesos secos y como oro probado por fuego, purificarnos y refinarnos con su fuego consumidor (Hebreos 12:28).
¿Porque Adoración? La única manera de traer el aliento vital de Dios a nuestras vidas, es dando un testimonio claro de Jesús y ¡adoración es testificar y declarar quien es Jesús! Colosenses 1:16 declara que “en Dios fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”. Mi vida existe a través de Él y para Él. Cuando entiendo esta verdad, también comprendo que mi propósito en la tierra es simplemente ser una voz de adoración para Él. Cuando hablo su palabra, permito que El Espíritu Santo me inspire a atraer vida a situaciones muertas, vida a relaciones difíciles y secas; ése es el espíritu de la profecía, cuando nuestras vidas reflejan y expresan la verdad de quien es Jesús, lo que ha hecho, está haciendo y hará, para que otros vean, reciban y crean en Él.
“El aliento vital (espíritu) de la profecía es dar un testimonio claro de Jesús.”
Apocalipsis 19:10