"Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio." - Juan 16:8
El Espíritu Santo ha venido, y la manera en que usamos la palabra "convencer" es importante. El verbo, en su contexto normal, significa declarar culpable. ¿Pero el uso indica una visión inexacta de Dios? La palabra de Dios dice "Ahora no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús. Y porque le perteneces a él, el poder del Espíritu vivificante te ha liberado" (Romanos 8:1-2) Entonces, si no hay condenación para mí en Cristo, entonces ¿qué significa realmente el papel de " convencedor" del Espíritu Santo?
El mismo Espíritu de Dios habla al creyente a través de emociones, pensamientos, incluso circunstancias que resultan de su pecado siendo expuesto o hecho consciente de. La palabra "consciente" es el énfasis correcto y más importante. Podemos elegir ignorar Su "convicción" y endurecer nuestros corazones, o podemos ser conscientes y obedecer. Es como si el Espíritu de Dios le preguntara al creyente: "Espera un segundo, ¿qué pasó justo ahí? ¿Te diste cuenta del desastre que acabas de hacer? ¿Eres consciente de que tus pensamientos, palabras o actitud no son correctos o agradables a Dios?" El Espíritu Santo nos impulsa y nos ayuda a tomar conciencia cuando nos equivocamos o nos dirigimos a algo equivocado. Su trabajo es afirmar nuestra identidad, animarnos a alinearnos con lo que realmente somos como amados de Dios - Él clama "Abba" dentro de nosotros." Él nos lleva al Padre y nos revela a Jesús.
El Espíritu es mucho más que un detector de humo espiritual. Él nos confronta amorosamente y luego nos guía hacia la verdad, cambiando cómo vemos a Dios y a nosotros mismos. El Espíritu nos conduce continuamente a una experiencia y relación más íntima con Dios. Es como un guía de supervivencia en el desierto, no un nazi espiritual con el objetivo de condenarnos a una prisión religiosa. Nos lleva a la seguridad, no a la ansiedad.
Entonces, cuando tu imaginas que el Espíritu Santo te está ayudando y hablando, no hay necesidad de retroceder, tener miedo, o esperar un ataque persistente. Más bien, observa y escucha mientras Él trae paz, gozo, y audazmente te lleva a ver a Dios diciendo - "¡He aquí! Maravillémonos ante la belleza de lo que El Padre ha hecho, mira lo que Jesús ha construido para ti".