Pues por la fe en Cristo Jesús todos ustedes son hijos de Dios, (Gálatas 3:26)
Si amas a Dios, entonces la forma más poderosa de ser libre como adorador en espíritu y en verdad es adorar desde tu verdadera identidad. Somos identificados por su amor. Y no estás abandonado. Dios nos identifica como sus hijos e hijas y esta verdad es tan poderosa que todo cambia cuando la entendemos pues ahora seguros de nuestra identidad como Sus Hijos podemos acercarnos a nuestro Padre sabiendo que es un Padre bueno y amoroso.
1 Juan 3:1 dice “¡Miren cuánto nos ama nuestro Padre, porque nos llama sus hijos, y eso es lo que somos! Pero las personas que pertenecen a este mundo no reconocen que somos hijos de Dios porque no lo conocen". Cuando sabes que ese Padre bueno te ama, eso asegura tu identidad en Él de varias maneras:
1. Te das cuenta de que tienes acceso a él en cualquier momento, nunca estás solo.
2. Te das cuenta de que Él cuidará de ti pase lo que pase.
3. Te das cuenta de que todo lo que tiene también te pertenece.
4. Te das cuenta de que también eres un heredero de Su Reino y de su casa, lo que significa que él tiene una herencia presente y futura para que disfrutes.
Tu Padre Celestial tiene un plan y tu como su hijo (a) eres su prioridad y el centro de su plan. Sigue adelante con confianza, recordando tu verdadera identidad como hijo de Dios. Siempre tendrás un hogar con tu Padre celestial. Siempre serás atendido. Jesús dijo: “Miren las aves del cielo, que no siembran ni cosechan ni recogen en graneros; sin embargo, su Padre celestial las alimenta. ¿No somos nosotros de más valor que ellas?" (Mateo 6:26)
Tu eres importante para Dios y puedes estar seguro de que toda bendición y herencia de Dios te pertenece a ti como su hijo y heredero en Cristo: “Si son hijos, entonces somos herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17) Levántate hoy y adora como un hijo de Dios, sé libre, pon tu confianza en Cristo, ten confianza en tu identidad. "Ahora son hijos de Dios porque han puesto su confianza en Cristo Jesús".(Gálatas 3:26)